El PCB: El primer comentario público de Bergoglio sobre Fiducia supplicans

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El 14 de enero, por primera vez después de casi un mes, Bergoglio comentó en los medios de comunicación el polémico documento Fiducia supplicans. Sin embargo, no abordó la esencia del problema. Con esta declaración, ha pisoteado los mandamientos de Dios e introducido nuevos paradigmas. De hecho, ha transformado a la Iglesia en una anti-Iglesia de la Nueva Era. Su declaración contradice la esencia misma de la Sagrada Escritura y de toda la tradición de la Iglesia. Su enseñanza no es católica. Esta ya no es la Iglesia católica.

El apóstol Juan escribe: «Éste es el anticristo, el que niega al Padre y al Hijo» (1 Jn 2, 22). Al derogar el Decálogo de Dios, Bergoglio niega al Padre —el Legislador— y al derogar los mandamientos de Cristo, niega al Hijo de Dios y Su Evangelio. No cederá ni un milímetro en su apostasía. La única solución a esta situación es que cada obispo, cada sacerdote y cada creyente se separe radicalmente de este archihereje manifiesto que ha usurpado el papado. De lo contrario, utilizará la falsa obediencia para transformar a todos, incluso al último creyente, y transportarlo al infierno.

Bergoglio dice sobre Fiducia supplicans: «La gente tiene que entrar en diálogo con la bendición y ver el camino que el Señor propone».

Todo el mundo sabe que Fiducia supplicans introduce la bendición de las uniones sodomitas, es decir, la bendición del pecado de sodomía. No obstante, el pseudopapa afirma que es el Señor quien propone este camino de perdición. Esto es una mentira descarada. Al contrario, Dios nos propone seguir el camino de la salvación mediante la observancia de Sus mandamientos. Bergoglio ha revelado que tiene otro señor.

Francisco comentó la polémica que siguió a la publicación de Fiducia supplicans: «A veces las decisiones no se aceptan. Pero en la mayoría de los casos, cuando no se aceptan es porque no se entienden».

Bergoglio dice que cuando sus decisiones no se aceptan, es porque no se entienden. ¿Quiere decir que los obispos que defienden los mandamientos de Dios y la doctrina católica lo hacen porque no entienden? Bergoglio se posiciona como si su entendimiento herético fuera superior a las Escrituras y a la tradición de los apóstoles, padres y doctores de la Iglesia.

Los obispos de Camerún, al contrario, presentaron la posición católica con su declaración sobre la inadmisibilidad de la bendición de la sodomía, afirmando unánimemente: «En sentido literal, bendecir es hablar bien de algo. Y “hablar bien” de una pareja homosexual a partir de un acto de bendición equivaldría a alentar una elección y una práctica de vida que no pueden reconocerse como objetivamente ordenadas a los designios revelados de Dios. Es más, diferenciar entre contextos litúrgicos y no litúrgicos para conceder la bendición a “parejas” del mismo sexo es hipócrita. El acto de bendición, ya sea realizado en una asamblea litúrgica o en privado, sigue siendo una bendición. Por lo tanto, declaramos inconforme cualquier forma de bendición, pública o privada, que tienda a reconocer a las “parejas del mismo sexo” como un estado de vida» (párr. 6).

Cita de Bergoglio: «Cuando no te gusta una decisión, habla y expresa tus dudas, entabla una discusión fraterna; así las cosas salen adelante».

Bergoglio comenta la legalización de un pecado que clama venganza al cielo, diciendo: Cuando algo no te gusta, entabla una discusión fraterna; así las cosas salen adelante. Una persona normal se queda sin palabras. ¿Adelante adónde? ¿Al infierno? Ahí es donde este supuesto «santo padre» realmente está guiando a los católicos. La verdad es que a Dios, pero a la Iglesia también, no les gusta Fiducia supplicans de Bergoglio; además, atrae el anatema de Dios: una maldición.

En conformidad con las Escrituras y con la tradición eclesiástica, los obispos de Camerún se expresaron de la siguiente manera: «La homosexualidad falsifica y corrompe la antropología humana y trivializa la sexualidad, el matrimonio y la familia, fundamentos de la sociedad. … En la historia de los pueblos, la práctica de la homosexualidad nunca ha conducido a una evolución social, sino que es un signo claro de la decadencia implosionante de las civilizaciones. De hecho, la homosexualidad pone a la humanidad contra sí misma y la destruye». Sin embargo, a Bergoglio le gusta cuando la sociedad se destruye, cuando la humanidad se pone contra sí misma. Esto le agrada mucho a Bergoglio, porque eso es lo que quiere. Y no solo la sociedad, sino cuando la Iglesia se destruye a sí misma, eso es lo que más le gusta a él. Todo católico debe caer en la cuenta de que este archihereje no es la cabeza de la Iglesia, ni el vicario de Cristo contra quien se levantó públicamente.

Bergoglio dice: «Cuando no te gusta una decisión… entabla una discusión fraterna; así las cosas salen adelante».

¿Qué tipo de estándar impone Bergoglio? No las leyes y los mandamientos de Dios, sino consideraciones sobre si sus decisiones heréticas le gustan a alguien o no. Imaginemos a un médico que, en lugar de operar la vesícula biliar, le amputa las piernas al paciente y luego le dice: si no le gusta mi decisión, entable una discusión fraterna y saldrá adelante. O alguien asesina a varias personas en la plaza, viene la policía y el homicida dice: si no les gusta mi decisión, entablen una discusión fraterna y dejen que las cosas salgan adelante. Lo que Breivik hizo en el ámbito físico, Bergoglio lo está haciendo en el espiritual: es un asesino en masa de almas. Pero afirma, seguro de sí mismo: «Cuando no te gusta una decisión… entabla una discusión fraterna; así las cosas salen adelante».

Este es el método de Bergoglio: «¡salgamos adelante!». Cuando cuatro cardenales presentaron los dubia sobre Amoris laetitia, él ni siquiera les respondió, y se sale adelante. Cuando varios cientos de teólogos e intelectuales católicos escribieron la «Corrección filial», él respondió de la misma manera, y se sale adelante. Cuando el ex nuncio en Estados Unidos, Carlo Maria Viganò, lo acusó de encubrir delitos homosexuales, no respondió durante todo un año, luego dijo una mentira grosera y las cosas volvieron a salir adelante. Cuando a alguien no le gustan los crímenes de Bergoglio contra Dios y la fe, él solo tiene una respuesta: ¡salgamos adelante! Preguntamos: ¿Adónde adelante? ¡A la autodestrucción temporal y eterna!

Cita de Bergoglio: «El peligro es que si no me gusta algo y lo pongo en mi corazón, me convierto en una resistencia y saco conclusiones feas. Esto es lo que sucedió con estas últimas decisiones sobre bendiciones para todos».

Bergoglio no tiene en cuenta nada ni a nadie, ni a Dios y Sus leyes, ni a las personas y los principios morales naturales, solo a sí mismo. Él es la norma suprema. Y a quien no le guste saca conclusiones feas. Nadie, ni siquiera los más grandes demagogos y dictadores, se atrevieron a mofarse de los católicos públicamente como él.

Si a alguien no le gusta que Bergoglio pisotee los mandamientos de Dios, se dice que saca conclusiones feas. Así es exactamente como reaccionaron los criminales fascistas en Núremberg cuando fueron imputados por sus crímenes: no admitieron su culpabilidad, afirmaron ser completamente inocentes e insistieron en su demagogia, igual que Bergoglio insiste en sus herejías —crímenes espirituales—.

El pseudopapa considera que los obispos de Camerún sacan conclusiones feas. Ellos, sin embargo, declaran en plena conformidad con las Escrituras y con toda la tradición eclesiástica: «La homosexualidad no es un derecho humano. Es una alienación que daña gravemente a la humanidad porque no se basa en ningún valor inherente al ser humano: es una deshumanización del amor, “una abominación” (Lv 18, 22). Rechazarla no es en absoluto discriminatorio; es una legítima protección de los valores permanentes de la humanidad frente a un vicio que se ha convertido en objeto de una reivindicación del reconocimiento legal y, hoy en día, en objeto de bendición» (párr. 5).

Bergoglio manipula la opinión pública diciendo: «El Señor bendice a todos, todos, todos…».

Esto es una mentira. Según Bergoglio, el Señor bendice a la mujer que mata a su hijo no nacido, al suicida que se mata a sí mismo, a los traficantes de niños, a los pedófilos, a los zoófilos, a los necrófilos, a los sadomasoquistas, a los asesinos en masa y a los satanistas, a todos, todos, todos los que van al infierno sin arrepentirse ni sentir remordimiento por sus pecados. Pero aquí surge la pregunta: ¿Quién es el señor de Bergoglio que bendice a estas personas? La respuesta inequívoca es: es el padre de mentira, Satanás.

Los obispos de Camerún, por el contrario, indican en consonancia con la enseñanza católica: «La identidad profunda de la sexualidad es incomprendida, secuestrada y pervertida fuera de la relación conyugal entre hombre y mujer. En consecuencia, los actos homosexuales no son “sexuales”, sino “actos contra naturaleza” (Rm 1, 26)». (párr. 3) Los obispos cameruneses prohíben bendecir estos crímenes contra la naturaleza, y lo hacen en conformidad con las Escrituras y la tradición eclesiástica. Lo que Bergoglio promueve en contra de las Escrituras y la tradición es una burla flagrante de las enseñanzas de Cristo y de la Iglesia católica.

Cita de Bergoglio: «El Señor bendice a todos… Pero luego la gente tiene que entrar en diálogo con la bendición del Señor y ver el camino que el Señor propone».

Así reacciona Bergoglio refiriéndose a la bendición de un pecado nefando. Al pecado hay que llamarlo por su nombre, y la persona afectada debe arrepentirse y luchar contra él. Recordemos lo que dicen los obispos cameruneses sobre el camino propuesto por nuestro Señor y nuestro Dios. Este camino es radicalmente diferente del camino propuesto por el señor de Bergoglio, a quien se entregó en Canadá con la asistencia de un brujo.

Los obispos de Camerún señalan: «Puesto que Dios no quiere la muerte del pecador, sino su conversión a la vida eterna, recomendamos a quienes tienden a la homosexualidad… una conversión radical. Los invitamos también a alejarse de su mentalidad victimista de la que disfrutan considerándose “víctimas”, “débiles” y “minorías”; y más bien aprovechar la oportunidad de conversión que Dios les brinda en las múltiples exhortaciones de Su Palabra» (párr. 9).

En 2021, la Congregación para la Doctrina de la Fe publicó una declaración de que la Iglesia no puede bendecir el pecado de sodomía. ¿Cómo es posible que ahora el pseudopapa Francisco ordene sagazmente la bendición de la sodomía en Fiducia supplicans? Es bastante obvio que este cambio interrumpió la continuidad de la doctrina de la fe católica. Con el motu proprio Ad theologiam promovendam, Bergoglio establece nuevos paradigmas y Fiducia supplicans ya transforma a la Iglesia católica en una anti-Iglesia de la Nueva Era, en la sinagoga de Satanás.

La tragedia es que los católicos, influidos por la herejía de la papolatría, sostienen que hay que aceptar incluso las mayores herejías que proclama el papa ilegítimo, un hereje declarado. Esto contradice la doctrina eclesiástica definida por los padres y doctores de la Iglesia y la bula dogmática Cum ex apostolatus officio. San Roberto Belarmino expresa sucintamente esta enseñanza con las palabras: «Un papa que se manifieste hereje, se ha excluido a sí mismo de la Iglesia y por ese mismo hecho cesa de ser papa y cabeza». ¿Cuándo van a entenderlo los católicos contemporáneos?

La única solución hoy en día es que los obispos, que son responsables de la Iglesia católica, se separen lo antes posible a sí mismos y a sus diócesis de la jurisdicción del inválido papa Francisco Bergoglio. Que el signo exterior sea que los sacerdotes dejen de mencionar al papa ilegítimo en la misa. Los obispos de África, en particular, están obligados a dar este paso radical como precedente en la situación actual. En caso contrario, si permanecen bajo la jurisdicción del archihereje, su defensa de la fe será ineficaz. El archihereje Bergoglio no respetará a nadie, ni a Dios ni a las leyes de Cristo; él sale adelante. Pues que salga adelante, ¡pero nosotros no lo seguiremos!

 

+ Elías

Patriarca del Patriarcado católico bizantino

+ Metodio OSBMr             + Timoteo OSBMr

obispos secretarios

 

20 de enero de 2024

 

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