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El PCB: Ordenación de mujeres y la misa maya

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La corriente liberal en la Iglesia católica, es decir, los saduceos modernos, pretende suprimir el sacramento del orden y, en consecuencia, también el papado. Estimulan a la opinión pública a favor de la ordenación de mujeres al sacerdocio, supuestamente para el «avivamiento» de la Iglesia. Toda la tradición eclesiástica del Antiguo y Nuevo Testamento es evidencia de que se trata de un grave fraude. Además, los saduceos modernos junto con los falsos profetas, los teólogos liberales, fomentan la legalización eclesiástica de la sodomía, del lesbianismo y todas las formas depravadas de paganismo, que adora a dioses falsos, es decir, demonios.

El pseudopapa Bergoglio ha sentado un precedente pernicioso para toda la Iglesia, primero, por su entrega a Satanás en Canadá bajo la dirección de un hechicero que soplaba un silbato de hueso de pavo salvaje y, segundo, al profanar la basílica de San Pedro con el demonio Pachamama. Ya el Concilio Vaticano II, en su declaración Nostra aetate, estableció el programa suicida del respeto a otras religiones, de hecho, a sus demonios. Es un gran pecado contra el primer mandamiento. Esta tendencia que destruye la relación con Dios conlleva la legalización de la inmoralidad, es decir, la derogación de las leyes y mandamientos de Dios. Bergoglio exige abiertamente (enero de 2023) una pseudoconversión de los obispos en anfitriones del colectivo LGTBQ.

La desafortunada reforma de Martín Lutero, que abolió el sacerdocio y la santa misa, fue una respuesta directa a la vida depravada y al mammonismo de los prelados. Su mal ejemplo no permitía un verdadero arrepentimiento y el resurgimiento de la vida de fe. En el lapso de 20 años, la mitad de la Europa católica se convirtió al protestantismo. Pero la culpa de la división de la Iglesia no es solo de Lutero; la mayor culpa la tienen los prelados que impedían un verdadero reavivamiento. No fue hasta la reforma de Lutero que se abrió la puerta dentro de la ya debilitada y destrozada Iglesia católica para una verdadera reforma con el surgimiento de órdenes y movimientos revivalistas. La división de la Iglesia se cobró un precio sangriento en forma de guerras religiosas, incluida la guerra de los Treinta Años.

Hoy, sin embargo, muchos pastores protestantes, en unión con los prelados católicos, promueven el matrimonio homosexual y la bendición de las parejas queer. No crean unidad en Cristo, sino en el Anticristo. El resultado es la satanización de Europa. La islamización es el castigo de Dios. La impulsan con particular vehemencia los obispos alemanes junto con el pseudopapa Bergoglio.

Debido a las herejías y la unidad con el espíritu del mundo, el cristianismo casi se ha desvanecido en Europa. Introducir la ordenación de mujeres en este momento crítico en lugar de hacer verdadera penitencia, y afirmar que esto va a traer un renacimiento del cristianismo es, literalmente, una locura. Las sacerdotisas, o prostitutas sagradas, estaban vinculadas exclusivamente con el paganismo y los sacrificios a los demonios. El sacerdocio femenino no tiene ninguna base en el cristianismo. Jesús instituyó a los hombres como sacerdotes, no a las mujeres. La Iglesia lo ha tenido siempre como ley.

Hoy en día, el esfuerzo por ordenar mujeres está directamente relacionado con la promoción del paganismo por parte de Bergoglio y con la feminización disruptiva en el mundo. El pseudopapa ordena diaconisas a las brujas amazónicas, que queman incienso a los demonios paganos en lugar de a Dios. De hecho, también planea ordenarlas sacerdotes.

En contraste, el comienzo de la verdadera renovación es llamar al pecado, pecado, a la herejía, herejía y a la inmoralidad, inmoralidad. De nuevo hay que señalar el fruto mortal del pecado, a saber, la miseria y la infelicidad en la tierra y la condenación eterna. Los saduceos de hoy, sin embargo, huyen del verdadero arrepentimiento y del seguimiento de Cristo como el diablo de la cruz. El modelo de su supuesta renovación de la Iglesia a través del camino sinodal LGTBQ es la legalización de los pecados flagrantes que hacen caer una maldición sobre la Iglesia y las naciones. Así están poniendo clavos en el ataúd de la Iglesia, después de haberle cavado la fosa.

¿Qué podemos decir del rito maya con las funciones del llamado «principal» e «incensor», que deberían ser desempeñadas especialmente por mujeres? Se supone que el Sínodo aprobará su incensar y bailotear como parte oficial de la misa. Es una introducción intencional del espíritu del paganismo y la expulsión del Espíritu Santo de la santa liturgia. Tal misa ya no será una adoración al Dios verdadero y el sacrificio de Cristo no se hará presente, sino que se tratará de una blasfemia.

Tomemos conciencia de la esencia de la santa liturgia. No es un símbolo, sino la actualización del sacrificio de Cristo en el Calvario. En el centro de la celebración no está el sacrificio cruento de toros y corderos, sino el sacrificio cruento del Hijo de Dios para el perdón de nuestros pecados. Se suponía que los sacrificios cruentos de animales en el Antiguo Testamento impedían que la gente ofreciera sacrificios paganos cruentos, incluso los humanos. Los sacrificios paganos significan sumisión a los demonios y están vinculados a inmoralidades y perversiones.

En medio de la suciedad espiritual y moral actual, debemos darnos cuenta de que a Dios se le debe ofrecer un sacrificio puro, y ese es solo el sacrificio de Cristo en la cruz.

Ya en los tiempos del profeta Malaquías, el Señor predijo: «En todo lugar se ofrecerán ofrendas puras a Mi nombre» (Ml 1, 11).

Dos de los primeros cuatro sacerdotes del Antiguo Testamento, hijos de Aarón, pagaron con sus vidas por tener en sus incensarios un fuego diferente del que se debía usar para adorar al Señor. Está escrito: «Nadab y Abiú, hijos de Aarón, tomaron cada uno su incensario, y después de poner en ellos fuego y echar incienso sobre él, ofrecieron delante del Señor fuego extraño, que Él no les había ordenado. Y de la presencia del Señor salió fuego que los consumió, y murieron delante del Señor» (Lv 10, 1-2).

Cuando Coré, Abiram y Datán se rebelaron contra Moisés, Moisés le dijo a Coré: «¿No os es suficiente que Dios… os haya acercado a sí mismo? ¿Y ahora reclamáis también el sacerdocio? En realidad, tú y tus secuaces se han confabulado contra el Señor» (Nm 16, 8-11).

Los liberales de hoy encabezados por Bergoglio se confabulan de manera similar a Coré contra el Señor. Promueven el antievangelio sodomita incurriendo así en el anatema de Dios: la excomunión de la Iglesia (Ga 1, 8-9). Es más, promueven incluso la supresión del sacramento del orden sagrado al exigir la ordenación de mujeres, en realidad, brujas y lesbianas. En el caso de Coré, solo se trataba del sacerdocio del Antiguo Testamento. Ofrecían sacrificios cruentos de carneros y toros, o algo que cosechaban. El sacerdocio del Nuevo Testamento, sin embargo, es la oblación del Santo Sacrificio. Se trata de hacer presente de forma incruenta el sacrificio cruento de Cristo en el altar para el perdón de los pecados. El sacerdocio de Cristo puso fin al sacerdocio de Aarón y a los sacrificios de animales. Jesús instituyó el sacramento del orden sacerdotal en la última Cena. Para ello eligió a los apóstoles, varones. Con el envío del Espíritu Santo recibieron la unción sacerdotal neotestamentaria. Esta unción se transmite mediante la sucesión apostólica a los sucesores de los apóstoles, es decir, a los obispos y a sus ayudantes, los presbíteros.

¿Cuál es entonces la esencia del sacrificio del Nuevo Testamento? Se trata de hacer presente el sacrificio de Cristo en la cruz. ¿Cómo sucede? A través del sacerdote, que lleva la unción del Espíritu Santo. El sacerdote pronuncia las palabras de Jesús, con las que instituyó Su sacrificio incruento. En ese momento interviene la omnipotencia de Dios. Por Su omnipotencia, Dios, que creó de la nada el mundo visible y el invisible, innumerables galaxias…, ahora cambia la esencia del pan y la esencia del vino transformándolos en el verdadero cuerpo de Cristo y en Su verdadera sangre. El Espíritu Santo lo hace mediante la unción sacerdotal.

¿Puede una persona, a quien Dios no había elegido a través de Su unción, reclamar el sacerdocio? No, no puede. ¿Puede reclamar el sacerdocio una persona que está en rebelión contra el Espíritu Santo, quebranta las leyes y ordenanzas de Dios y promueve perversiones sexuales y el antievangelio sodomita? No, no puede. ¿Puede una mujer ser ungida por el Espíritu Santo para el sacerdocio? No, no puede. No está de acuerdo con el orden de Dios.

La Sagrada Escritura explica que ofrecer sacrificios a Dios como propiciación por los pecados del pueblo estaba vinculado al sacerdocio aarónico, que era temporal. Las Escrituras dicen lo siguiente acerca de Jesús: «Tú eres sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec». Es un orden diferente al sacerdocio hereditario según el orden de Aarón. «Porque cuando se cambia el sacerdocio, necesariamente ocurre también un cambio de la ley» (Hb 7, 12).

Con Jesucristo, el Antiguo Testamento fue reemplazado por el Nuevo Testamento.

¿A qué conducen los esfuerzos actuales para cambiar el sacerdocio mediante la ordenación femenina? Inevitablemente a la abrogación del Nuevo Testamento de nuestro Salvador y a la introducción del pseudotestamento del Anticristo.

Si la secta de Bergoglio cambia ahora el sacerdocio propugnando la ordenación de mujeres como diaconisas y sacerdotisas, la sucesión apostólica dejará de existir. Según Daniel, el sacrificio continuo será quitado (Mt 24, 15; Dn 9, 27) y la unción del Espíritu Santo sustituida por la unción de un espíritu demoníaco e inmundo. ¿Qué espíritu impulsa actualmente este pseudosacerdocio femenino simultáneamente a la legalización eclesiástica de la sodomía y la idolatría? No es el Espíritu de Cristo, sino el espíritu del Anticristo.

Es por eso por lo que hoy en día se están introduciendo en la misa elementos paganos de la cultura maya y de otros cultos paganos enraizados en la adoración de los demonios y de Satanás. Tienen que ver con el fuego del infierno (Judas 1, 7) más que con el fuego del Espíritu Santo (Lc 3, 16). Los dos hijos de Aarón ofrecieron fuego e incienso no autorizados delante del Señor, y se les dio muerte. ¡Cuán dolorosa muerte espiritual sobrevendrá a la Iglesia católica a través de este antisacramento!

Además, la secta de Bergoglio establece el antisacramento del matrimonio al bendecir a sodomitas, lesbianas y parejas queer. El llamado camino sinodal conduce a la autodestrucción temporal y a la perdición eterna. Lo contrario es el camino angosto del seguimiento de Cristo. Él mismo es el Camino, la Verdad y la Vida.

El archihereje Bergoglio, que ocupa el trono papal, ha llevado al cristianismo a una encrucijada en la que hay que tomar una decisión hoy día. O volver a la sana enseñanza del Evangelio de Cristo, que trae bendición y vida eterna, o abrazar el antievangelio de Bergoglio y de su secta, que conduce a la autodestrucción tanto temporal como eterna. Dios ahora pone una opción delante de los católicos, al igual que en el pasado delante de los israelitas: «He puesto delante de vosotros la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Escoged, pues, la vida» (Dt 30, 19)

 

+ Elías

Patriarca del Patriarcado católico bizantino

+ Metodio OSBMr           + Timoteo OSBMr

obispos secretarios

 

4 de octubre de 2023

 

Descargar: El PCB: Ordenación de mujeres y la misa maya (04-10-2023)

 

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