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Amazonía, la tumba de la ortodoxia

11 de julio de 2019

Del 24 al 26 de junio de 2019 tuvo lugar secretamente una reunión preparatoria del Sínodo Amazónico. Entre los principales personajes implicados están los cardenales Hummes, Barreto, Kasper, Baldisseri…

En 1986, Juan Pablo II abrió en Asís la puerta de la Iglesia al paganismo. Él implementó el documento del Vaticano II acerca del respeto a los paganos: de hecho, respeto a los demonios, para quienes ellos hacen sacrificios. El archihereje Bergoglio abusa del papado y promueve un espíritu pagano en la liturgia introduciendo elementos animistas. Así, en vez de ofrecer sacrificios a Dios, el diablo y los demonios paganos serán adorados en cubierto.

Otro punto del Sínodo Amazónico es la sagaz abolición del celibato sacerdotal, y la creación del caos subsecuente para así evitar el verdadero arrepentimiento. Hipócritamente, ellos refieren a las Iglesias orientales. Y la abolición del celibato no es el fin. Bergoglio y su herético equipo aspira a introducir la ordenación de mujeres al sacerdocio. El precedente para la así llamada restauración de la Iglesia será la ordenación de brujas indígenas en la Amazonía. Es un paso más hacia la transición hacia la Iglesia de la Nueva Era del Anticristo. La anti-iglesia de Bergoglio se convierte en la sinagoga de Satanás y arrastra los hombres al infierno. Las palabras de San Pablo se cumplen en Bergoglio y los cardenales, que tienen el mismo espíritu del satanismo: “Éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan de apóstoles de Cristo. Y no es de extrañar, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz” (2 Co 11, 13-14).

Bergoglio dice que él implementa totalmente el Vaticano II. El equipo de falsos apóstoles, disfrazados como apóstoles de Cristo, están cavando una tumba para la Iglesia junto a Bergoglio. Dios permite este estado de cosas de tal modo que nosotros podemos admitir verazmente que la raíz venenosa de la apostasía de la masa es el Vaticano II. El proceso de destrucción no se detendrá hasta que un papa ortodoxo sea elegido y condene las herejías y el espíritu de modernismo y sincretismo del Vaticano II. No es suficiente realizar unas actuaciones cosméticas como hace el Obispo Schneider, que saca la absurda conclusión de que el papa hereje Bergoglio debe permanecer en el cargo a toda costa.

Dios quiere algo de nosotros en este tiempo, y esto es verdadero arrepentimiento. ¡Debemos retornar a las sanas raíces de nuestra fe! Esas raíces son el Evangelio y la Tradición Apostólica, asociadas también al martirio de los Apóstoles y de millones de mártires. Debemos estar preparados incluso para ofrecer nuestras vidas por amor a Cristo y a Su Evangelio. Si perdemos nuestra vida por Jesucristo, obtendremos la vida eterna. Jesús habló claramente de la radicalidad del Evangelio: “Porque el que quiera salvar su alma (su vida), la perderá; pero el que pierda su alma por causa de Mí y el Evangelio, la salvará” (Mc 8) Jesús rechaza estrictamente sólo a aquellos que evitan el arrepentimiento: “Nunca os conocí; apartaos de mí, obradores de iniquidad” (Mt 7).

El verdadero arrepentimiento significa sobre todo llamar pecado a un pecado, herejía a una herejía, traición a una traición. Es manipulación deliberada hacer énfasis en problemas marginales como la ecología o la abolición del celibato sacerdotal en lugar del arrepentimiento conducente a la salvación. Argumentar por la necesidad de ofrecer la Eucaristía a la población indígena y al mismo tiempo exigir la preservación de los cultos indígenas es antimisión dañina. El plan de usar mal de la liturgia por su mezcla con el espíritu del animismo conduce a la suprema blasfemia contra Dios. Los falsarios religiosos, encabezados por Bergoglio, promueven el modelo amazónico como un programa de Satanás —el ángel de la luz— para toda la Iglesia.

En cuanto a los sacerdotes casados, nosotros, los Obispos de la Iglesia oriental, estamos bien familiarizados con el asunto. Por eso podemos decir con toda responsabilidad que la abolición del celibato sacerdotal en la Iglesia occidental causará un caos destructivo. No será posible, entonces, empezar con la necesaria reforma de la Iglesia. La reforma debe basarse en el verdadero arrepentimiento y en el retorno al Evangelio y a su Espíritu.

Hay una sociedad religiosa en la República Checa que abolió el celibato. Fue establecida hace 100 años por sacerdotes católicos adherentes al modernismo. Tras la abolición del celibato, pronto empezaron a ordenar mujeres sacerdotisas. Las estadísticas de familias disueltas de hombres y mujeres separados entre esos sacerdotes son muy dolorosas. No es de ningún modo un modelo de la verdadera restauración de la Iglesia. El catecismo de esta Iglesia desde el momento de su fundación está penetrado por el modernismo y el liberalismo. Es el mismo espíritu que se introdujo en el Concilio por el modernista Roncalli y asumió el poder en la Iglesia Católica. Bergoglio tiene este espíritu en plenitud.

La verdadera solución

Los medios específicos de restauración del sacerdocio es la formación de comunidades sacerdotales. Un grupo de 4 a 7 sacerdotes se reúnen en sitio determinado en la tarde del domingo. Dedican un día y medio según el modelo de los primeros cristianos. Los principios básicos de la comunidad cristiana en Jerusalén son: 1) oraciones, 2) enseñanza de los apóstoles, 3) comunión fraterna, y 4) la Eucaristía (Hch 2, 42). La oración mental siempre toma una hora con pequeños descansos. Dirigimos nuestra atención a las verdades más fundamentales de la fe (http://vkpatriarhat.org/en/?p=11486). Es una lucha contra la distracción mental y la debilidad física, especialmente cuando estamos arrodillados o de pie. Es útil levantar nuestras manos en algunos momentos, por lo menos cuando experimentamos nuestra sumisión ante Dios (1 Ti 2). En el acto de contrición perfecta, confesamos nuestros pecados y ellos están limpiados por el poder de la sangre de Cristo. Podemos invocar lentamente el nombre de Jesús (Yehoshua) con fe. “Si caminamos en la luz, la sangre de Cristo nos limpia de todo pecado” (1 Jn 1, 7). En la oración mental, también reflexionamos en la realidad de nuestra muerte, el juicio de Dios y la cuestión de la eternidad bienaventurada o desdichada. Luego se experimenta la unión espiritual con Cristo por medio de la crucifixión con Él (Ro 6, 6; Gl 2, 20). Aceptamos el testamento de Jesús desde la cruz en las palabras: “He ahí tu madre”.

La oración mental implica negación interior y exterior. Quien reza recibe entonces el poder del Espíritu de Dios y desde Él la luz y la fuerza para la batalla espiritual contra el pecado y la mentira. Tras una hora de oración se sigue la comunión fraterna. Se comunica la experiencia de la oración con cada otro. La hora de oración seguida de testimonio se repite cuatro veces los lunes. Durante una de estas cuatro horas, es útil reflexionar en los textos de la Escritura. Se pueden usar en la oración como fuente de palabra profética en el sermón del domingo. La reunión termina con el almuerzo del martes a mediodía.

Un sacerdote que lleve a cabo esta actividad de comunidad y oración luego entrenará discípulos en su parroquia que tendrán el mismo espíritu y traerán consigo un programa saludable de restauración de la familia y del verdadero cristianismo. La reforma debe comenzar desde el mismísimo comienzo, desde el primer año en el seminario. La cuestión básica es adquirir el hábito de la oración mental. Uno debería dedicar a ella dos horas cada día. La oración está en relación con la formación de la comunión fraterna.

Tratar de la crisis de la Iglesia mediante la ecología o la abolición del celibato es insensatez.

 

+ Elías

Patriarca del Patriarcado Católico Bizantino

+ Metodio OSBMr                          + Timoteo OSBM

Obispos secretarios

 

 

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