Oración para necesidad urgente
Ella implica siete días de oración. En caso de un problema muy serio, puede ser rezada repetidamente durante siete semanas. El Espíritu Santo descendió al quincuagésimo (50º) día. El quincuagésimo año era el año de favor del Señor. “Cualquier cosa que pidáis al Padre en Mi nombre os lo concederá” (Jn 16, 23)
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Lunes
O sabiduría eterna y encarnada, dulcísimo y adorabilísimo Jesús, verdadero Dios y verdadero Hombre, único Hijo del Padre Eterno y de la siempre Virgen María: yo te adoro profundamente en el seno y el esplendor de Tu Padre por toda la eternidad, y en el vientre virginal de María, Tu dignísima Madre, en el momento de tu Encarnación. Te doy gracias por haberte anonadado a Ti mismo, tomando la forma de siervo (Fil 2, 7) para librarme de la cruel esclavitud del diablo. Ahora acepto esta humildad y quiero aceptarla hasta la muerte.
Señor mío: si yo sobresalgo en el ayuno, la oración, la generosidad o en cualquier otra virtud, todo será como nada sin humildad.
La vida es breve y yo no conozco el día ni la hora de mi muerte. Tú me llamas a estar preparado para la muerte, el día del juicio y la eternidad. Por tanto, yo debería vivir por fe este día como si fuera el primer y el último día de mi vida. Señor Jesuscristo: tú tocas en la puerta de mi corazón. Yo te abro y te recibo como mi Salvador y Señor. “Te recibo”. (Repita esto espiritualmente varias veces con fe). Ahora esto es verdad acerca de mí: “A todos los que lo recibieron, les dio poder de llegar a ser hijos de Dios” (Jn 1, 12)
(3 veces el Avemaría)
Martes
Jesús: Confieso mi gran orgullo oculto, pues en lo profundo de mi corazón me considero el mejor, el más importante y el más piadoso. Cuando hago algo bueno, crece mi sentimiento de superioridad y de ser único, y me hago más crítico de los demás. Soy peor pecador que aquellos a los que condeno pues hago lo que condeno. Yo he recibido más gracia y luz, y aún así no produzco “frutos dignos de penitencia” (Mt 3, 7-10). Estoy lleno de orgullo, ira, envidia, crítica, autosuficiencia y rebeldía contra la voluntad de Dios. Soy el mayor obstáculo para mis vecinos, y por eso ellos no pueden creer, convertirse y crecer en santidad. Sólo a través de la humildad puedo salvarme del castigo eterno, y por eso necesito practicarla cada día. Mi Jesús: debo aprender de Ti, pues Tú eres manso y humilde (Mt 11, 29). Veo la corona de espinas sobre tu cabeza, veo los escupitajos en Tu rostro, la vara en Tu mano, el manto púrpura; ¡puedo escuchar las palabras de burla! ¡Tú eres inocente y Tú sufres por mí! Por mis pecados pasados —quejidos, autosuficiencia, auto-indulgencia y todo tipo de ofensas— me merezco golpes, escupas, desprecio y ridículo en esta vida. Este es el mayor bien para mí, que yo voy a procurar y agradecer, y debo agradecer a todo aquél que me denigre o me humille. (Agradezca a Jesús por la humillación o el sufrimiento que ha permitido porque lo ama).
(3 veces el Avemaría)
Miércoles
Oh, Jesús: Yo, ___________, un pecador infiel, renuevo y ratifico en la presencia de Tu Madre mis promesas bautismales:
- Renuncio a Satanás para siempre;
- Renuncio a su orgullo para siempre;
- Renuncio a toda cooperación con él para siempre.
Además, renuncio a todos los demonios que profanen y esclavicen especialmente mi cuerpo: el demonio de la glotonería, el adulterio, el alcoholismo, la hipocondría, la pereza, la avaricia, el consumismo… Oh, Madre de Dios: obtén para mí el espíritu de pureza y de abnegación para llenar el vacío en mí.
También renuncio a todos los demonios que profanen y esclavicen especialmente mi alma: el espíritu de la mentira, el miedo a seguirte, el espíritu de angustia, la envidia, la crítica, la auto-conmiseración, la blasfemia, la rebelión, los espíritus trabajando hoy en día en la mala música, las revistas, la literatura, la televisión, internet o la opinión pública. Renuncio al espíritu de orgullo, de la herejía, del fariseísmo, del liberalismo, del racionalismo, del gnosticismo y a todos los demonios religiosos que abusan del sentimiento o la razón destruyendo la fe viva. Renuncio a todos los demonios que manipulan la opinión pública considerando lo malo como bueno y lo bueno como malo. Oh, Madre de Dios: obtén para mí el espíritu de verdadera autocrítica y obediencia para llenar el vacío de mi espíritu.
(3 veces el Avemaría)
Jueves
Además, renuncio a todos los espíritus malignos que profanen y esclavicen especialmente mi espíritu: demonios llegados a mí por el espiritismo, la hipnosis, la homeopatía, los curanderos, los individuos extrasensoriales, la paradiagnosis, los adivinos, los magnetizadores, los astrólogos, los magos blancos y negros y sus obras. Renuncio a los demonios llegados a mí por el yoga, el Zen, el reiki, el método Silva, la meditación trascendental, los horóscopos, las cartas biorítmicas, la acupuntura, el masaje chino y otras prácticas orientales; a través de la lectura de literatura ocultista, a través de diversas prácticas o simpatía surgida por los medios masivos y la opinión pública dominada por las ¡fuerzas demoníacas!
Renuncio a los demonios llegados a mí como legado oscuro de la tercera o cuarta generación en caso de que mis ancestros hayan dado fe a diversas formas de magia, adivinación, espiritismo o magnetismo.
(Dése cuenta ante Dios de que usted renuncia a todo esto ahora. Repita interiormente varias veces: “Yo renuncio.”)
Yo renuncio completamente a todos estos demonios que he heredado o a los que he estado abierto consciente o inconscientemente. Oh, Buena Madre: obtenme la plenitud del Espíritu Santo para llenar el vacío que hay en mí, el mismo Espíritu a quien tú recibiste junto a los apóstoles el Día de Pentecostés (Hechos 2).
(3 veces el Avemaría)
Viernes
Gracias, Señor Jesucristo, Hijo de Dios, por haber muerto por mí en la cruz y porque Tu sangre me limpia de todo pecado (1Jn 1, 7).
Muriendo en la cruz, destruiste el poder del pecado y del demonio. He sido sepultado por el bautismo en Tu muerte (Rom 6, 4). Antes de morir, dijiste: “¡Tengo sed!”. No era tan solo sed física sino el deseo interior de la realización de la obra de la salvación. Jesús: ahora junto a Ti yo tengo sed de mi salvación y de la salvación de mi prójimo.
Gritando “Eloi, Eloi, lema sabachthani?” expresaste el momento de la batalla más difícil cuando, tomando también todos mis pecados, te torturaron los demonios de la oscuridad.
Gritando “Todo está concluído” terminaste la obra de la salvación. El diablo y el pecado fueron derrotados. No hay nada que añadir: estoy pronto a recibirla y a hacerme consciente de ella.
Tus últimas palabras son la culminación de Tu muerte y se relacionan también conmigo. Estas palabras expresan el momento de Tu muerte redentora por mí: “Padre: en Tus manos encomiendo Mi espíritu”. Mi Señor Jesucristo: yo fui sepultado por el bautismo en Tu victoria en la cruz: Tu muerte. Yo puedo actualizar el poder de Tu muerte por la fe cuando renuncio a mi voluntad incluso en cosas pequeñas (pereza, miedo…). Ahora, por la fe, soy sepultado en Tu muerte: el momento de una victoria y rendición completas: “Padre: en Tus manos encomiendo Mi espíritu”. (Lc 23, 46). (Repita interiormente varias veces con fe: “Padre: encomiendo mi espíritu”).
(3 veces el Avemaría)
Sábado
Señor Jesucristo: antes de decir las palabras relativas a Tu muerte, dijiste a los discípulo: “He ahí a tu Madre” (Jn 19, 25-27). Para darme cuenta del misterio del bautismo, esto es, de mi unión con Tu muerte y resurrección, debo situarme en espíritu ante la cruz como discípulo tuyo. Un discípulo es uno que está dispuesto a dejarlo todo (Lc 14, 33), incluso la propia vida, por amor a Ti y el Evangelio (Mc 8, 35). Ahora, estando junto a la cruz en espíritu, conscientemente abandono mi alma por Ti y por el Evangelio. (Repita interiormente varias veces con fe: “Abandono mi alma”).
Mire en espíritu el rostro de Jesús crucificado. Su última voluntad, incluso para usted, es: “¡He ahí tu Madre!”. Diga: “Yo recibo”. (Repítalo en espíritu varias veces con fe). El discípulo la recibió en sí (eis ta idia, Jn 19, 27). Jesucristo vino a esta tierra a través de María y el Espíritu Santo. Él también quiere nacer y vivir en su corazón de la misma manera. Dése cuenta: una madre no solo da vida sino que enseña cómo vivir bien. La Madre de Jesús le enseña a usted a vivir con Jesús y en Jesús.
(3 veces el Avemaría)
Domingo
Señor Jesucristo: Tú resucitaste de entre los muertos histórica y realmente, y así también probaste Tu Divinidad. Cada átomo, cada célula y cada criatura viviente da testimonio de Tu sabiduría y de Tu omnipotencia: Tú eres Dios.
El sábado en la noche, tras el descanso sabático, Tú resucitaste de entre los muertos. Al día siguiente fuiste visto por muchos, y luego te apareciste durante 40 días. Cuando los apóstoles recibieron el Espíritu Santo, dieron testimonio de Tu muerte redentora, predicando el arrepentimiento y el perdón de los pecados, y Tu real resurrección. Ellos entregaron sus vidas por este testimonio y murieron mártires. En el bautismo yo estaba unido no solamente a Tu muerte sino también a Tu vida y resurrección (Col 2, 12). “Jesús: Tú en mí y yo en Ti”. (Repita esto interiormente varias veces con fe).
Cada domingo yo debería vivir en oración Tu resurrección y recibir la plenitud del Espíritu Santo, de tal modo que pueda ser Tu testigo pronto a dar mi vida por Ti como los apóstoles. Quiera el Espíritu Santo darme luz y fortaleza; quiera Tu fuego quemar todas las formas de egoísmo o impureza en mí y encender en mí un amor puro por Ti y celo por la salvación de las almas. Bautízame con el Espíritu Santo y con fuego. “Yo recibo”. (Repita interiormente varias veces con fe).
(3 veces el Avemaría)