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El PCB: El levantamiento nulo y sin efecto de la excomunión a los masones por parte de Juan Pablo II, y las consecuencias

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En 1983, Juan Pablo II confirmó los cambios en el Código de Derecho Canónico, recibiendo así a los masones en la Iglesia. Hay muchos de ellos especialmente en Italia. La suspensión de la excomunión eclesiástica fue un crimen no solo contra la Iglesia, sino también contra los mismos francmasones. Juan Pablo II les impidió así tomar el camino del verdadero arrepentimiento, es decir, de la salvación eterna. Muchos masones viven en la ilusión de que ahora pueden considerarse católicos, a pesar de que vendieron sus almas al diablo en la ceremonia de iniciación masónica. De hecho, incluso se les debería negar un entierro católico. Hoy en día, los masones controlan el Vaticano principalmente a través de su confidente, el pseudopapa Francisco Bergoglio.

Si alguno de los masones quiere salvar su alma y no quiere ir al infierno, es decir, al sufrimiento eterno que nunca termina, debe arrepentirse verdaderamente, y por lo tanto debe saber que la decisión de Juan Pablo II es inválida. En la hora de la muerte y ante el tribunal de Dios, no les ayudará referirse a este documento falso.

La organización masónica exige que sus miembros pasen por distintos grados de iniciación. En un grado determinado, tienen que renunciar explícitamente a Cristo y venderse al diablo. Por lo tanto, la pena de excomunión latae sententiae todavía se aplica a todos los masones. Además, han incurrido en el anatema de Dios, es decir, en la exclusión del Cuerpo Místico de Cristo. El anatema de Dios (Ga 1, 8-9) cae sobre una persona por predicar o aceptar un evangelio diferente del que Cristo predicó o envió a sus apóstoles a predicar.

El antievangelio de los masones niega la fe salvadora en su esencia, y al mismo tiempo niega los fundamentos de los principios morales y de los mandamientos de Dios. No es posible unir el camino que lleva a la perdición eterna con el camino del Evangelio de Cristo que lleva a la vida eterna. Esto es totalmente absurdo. Esta organización adora y sirve a otro dios, en realidad, al diablo.

Cada uno de sus miembros, si no se arrepiente a tiempo y muere en la obstinación, será condenado eternamente. Esta declaración se basa en la esencia misma del evangelio. Todo masón bautizado o no bautizado será juzgado a la hora de la muerte sobre la base de esta palabra. Jesús ahora les dirige Su palabra eterna a cada uno de ellos: «Si no os arrepentís, todos pereceréis» (Lc 13, 3).

Al levantar la excomunión a los masones, Juan Pablo II cometió un grave crimen contra la esencia del evangelio. Es de conocimiento común que a todo masón se le coloca una espada junto a su cuello cuando se afilia a esta organización. Esto simboliza que está dispuesto a perder su conciencia, negar los sólidos principios racionales o incluso sacrificar su vida para ser fiel a la doctrina y el programa antidivinos. Si no cumple su promesa, es consciente de que esta organización se encargará de su eliminación moral o física.

Colocar la espada cerca del cuello es un gesto relacionado con el juramento. Durante este ritual, cada masón se maldice a sí mismo por una posible traición al juramento. Es un gesto de antibautismo, es decir, una renuncia pública al único Salvador, Jesucristo. Se puede comparar con el antibautismo del emperador Juliano el Apóstata (siglo IV), quien ordenó que vertiesen sobre él la sangre de un toro. Volver atrás no es tan sencillo, incluso si la persona en cuestión no era plenamente consciente de las consecuencias al prestar el juramento. En cuanto al arrepentimiento, no basta simplemente con renunciar al espíritu y el programa de esta organización, sino que es necesario hacer un antigesto adecuado en presencia de al menos dos testigos.

Un ex masón que se arrepiente debe contar con que el diablo y sus servidores busquen su muerte física. Debe tomarlo en serio como parte del verdadero arrepentimiento, que en realidad asegurará su salvación eterna, es decir, la vida eterna y la salvación del tormento eterno en el infierno.

Aquí no estamos hablando de grados más altos de iniciación, cuando el masón se convierte, de hecho, en médium de los demonios y del diablo y ya no es capaz, quizás con algunas excepciones, de arrepentirse. Tal persona ya es un candidato vivo al infierno, cuyo objetivo es arrastrar al infierno tantas almas como sea posible.

Entonces, el hecho de que Juan Pablo II levantara la excomunión eclesiástica a los masones a través de la llamada enmienda en el nuevo Código es una gran traición por parte de este papa. El día de su llamada «beatificación», el 1 de mayo de 2011, se publicó un anatema póstumo de Dios contra él por sus crímenes contra el Evangelio de Cristo, especialmente por sus gestos apóstatas en Asís en 1986.

Finalmente, con respecto a los francmasones: ¡Les rogamos que abandonen este camino que conduce a la perdición eterna! Que cada uno de ustedes se dé cuenta personalmente de que tiene un alma inmortal. No queremos que termine en el infierno.

 

+ Elías

Patriarca del Patriarcado católico bizantino

+ Metodio OSBMr             + Timoteo OSBMr

obispos secretarios

 

13 de julio de 2022

 

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