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El PCB: Año sabático, información (1.ª parte)

1.ª parte: Año sabático, información
2.ª parte: Año sabático y oración
3.ª parte: Año sabático y koinonía

1.ª parte: Año sabático, información

Este video se puede ver también aquí: https://ugetube.com/watch/Ub24U2gdc22iFs8   
https://rumble.com/v1mmyau-ao-sabtico.html   
https://cos.tv/videos/play/39421186971571200   
https://www.bitchute.com/video/a5PTaJP4rnPq/   

El Señor dio a través de Moisés Sus leyes y mandamientos al pueblo escogido. Regulaban la vida en general, no sólo la vida religiosa, sino también la vida social. Muchos de estos estatutos nos resultan incomprensibles y algunos eran prefiguraciones, como los sacrificios de animales por los pecados del pueblo. Esto prefiguraba el sacrificio redentor de Cristo en la cruz por nuestros pecados. Dios mandó, a través de Moisés, la celebración anual de fiestas. Algunas de estas fiestas se conservaron pero adquirieron un significado completamente nuevo. Por ejemplo, la Pascua pone en el centro la muerte redentora y la resurrección gloriosa de Cristo, Pentecostés, la venida del Espíritu Santo. La santificación del séptimo día se trasladó del sábado al domingo. Por lo tanto, nos preguntamos: ¿cómo debemos actualizar el año sabático según la voluntad de Dios?

Hoy hay una necesidad urgente de restauración espiritual, especialmente del sacerdocio y, consecuentemente, también del pueblo de Dios. Lo ideal sería que los sacerdotes de una diócesis formasen siete grupos. Cada grupo pasaría un año diferente como año sabático. En este año, el sacerdote debe adentrarse en el desierto espiritual, en sentido figurado. Un grupo de sacerdotes podría usar un monasterio medio vacío u otro edificio religioso en desuso para este propósito. Cada diócesis debería asignar al menos una casa sabática, donde los grupos de sacerdotes podrían turnarse cada año. Pero para empezar, un grupo de 4‒7 sacerdotes puede solicitar al obispo el permiso de realizar un año sabático. Él probablemente exigirá que celebren misa los domingos para los fieles. Es necesario comenzar y, por lo tanto, hay que aceptar incluso ese compromiso. La Iglesia está en una profunda crisis, pero a pesar de ello, muchos obispos se preocupan profundamente por la restauración interior de la Iglesia.

¿Cuáles serían los principales medios de restauración empleados en el año sabático? Se puede adoptar la práctica de la Iglesia primitiva: 1) oración, 2) koinonía, 3) Palabra de Dios, 4) liturgia (cf. Hсh 2, 42).

Durante este año, los sacerdotes deben esforzarse en practicar la oración interior. Bajo ninguna circunstancia se debe introducir la meditación oriental ya que hay el espíritu del paganismo detrás de ella. La oración interior es una oración en Espíritu y en verdad, durante la cual el Espíritu Santo intercede por nosotros con gemidos indecibles (Rm 8, 26). La oración interior se centra en la cruz de Cristo y el misterio del santo bautismo, por el que hemos sido sepultados con Cristo en la muerte y, al mismo tiempo, se nos ha dado la vida nueva de Cristo (Rm 6, 4).

Una verdadera oración va de la mano con un conocimiento cada vez más profundo de la raíz del mal en nosotros. Por tanto, es un camino de purificación, pero también de iluminación y unión.

Una verdadera comunión fraterna es el mejor medio para una purificación profunda de la oscuridad espiritual y la esclavitud del propio ego. Ayuda a destapar defectos del carácter muy arraigados y malos hábitos que poco a poco se han convertido en parte de nuestro ego. A través de este doloroso autoconocimiento se inicia el proceso de arrepentimiento —metanoia—. No hay perdón de los pecados sin un arrepentimiento verdadero, y el proceso de liberación del poder de la mentira y el mal no puede comenzar. La persona que atraviesa el proceso de purificación experimentará más profundamente la presencia de Jesús en sí misma y, en consecuencia, podrá decir junto con el Apóstol: «Cristo vive en mí» (Ga 2, 20).

El sacerdote predicador debe por lo tanto entrar honestamente en el proceso de metanoia —cambio de pensamiento—.

Sin embargo, si un sacerdote evita cumplir los requisitos de la ley de Dios, los creyentes lo seguirán.

Si él mismo no es un hombre de oración, no puede inculcar el hábito —habitus— de orar en la gente.

Si él mismo no confía plenamente en Dios, tampoco enseñará a los creyentes a hacerlo.

Si él mismo es amante del dinero y de las comodidades, dará mal ejemplo tanto a los creyentes como a los no creyentes.

Si él mismo no se ha apartado del espíritu de superstición y simpatía por el paganismo, sus oyentes también permanecerán en las tinieblas del neopaganismo contemporáneo.

Si un predicador no tiene el Espíritu de Cristo, el Espíritu de la verdad, pero tiene el espíritu del mundo, las almas que le han sido confiadas tendrán el mismo espíritu.

Si un predicador no está dispuesto a predicar y defender las verdades fundamentales de la fe que conducen a la salvación, los creyentes confiados a su cuidado tampoco las defenderán.

Si un sacerdote pertenece a una comunión fraterna, pero la considera solo una cuestión formal y es incapaz de aceptar la amonestación por su error o mal hábito y solo se ofende, nunca transmitirá a las personas los principios evangélicos de vida.

Si un predicador nunca habla de la muerte, del juicio y de la eternidad, es señal de que él mismo no se preocupa por estas verdades, vive en una ilusión y trasmite esta frivolidad a las almas que le son confiadas.

Si un predicador no vive por fe, que es un requisito previo de la justicia (cf. Rm 1, 17), tampoco sus oyentes vivirán por fe.

Si un sacerdote considera que la oración es una pérdida de tiempo, sus fieles tampoco rezarán.

Si un sacerdote no resiste con fe al poder demoníaco —tanto en la oración como en la tentación— sus ovejas tampoco lo resistirán.

Si un pastor no está dispuesto a sufrir persecución, escarnio y difamación, o incluso el martirio por causa de Cristo, tampoco lo estarán sus ovejas.

Si un predicador respeta, o incluso aprueba el aborto y la eutanasia, las almas que le han sido confiadas también los aprobarán.

Si un predicador no enfatiza la fidelidad en el matrimonio y el deber de este compromiso ante Dios, causará la desintegración de muchas familias.

Si un predicador no condena claramente la sodomía y las perversiones sexuales, entonces aquellos que lo escuchan y están bajo la presión del mundo aprobarán la sodomía.

Si un predicador pierde el tiempo buscando diariamente información inútil en Internet o haciendo llamadas telefónicas infructuosas, los creyentes harán lo mismo.

Año sabático en la Palabra de Dios

Lv 25:3-4: «Seis años sembrarás la tierra, seis años podarás tu viña y recogerás sus frutos. Pero el séptimo año la tierra tendrá completo descanso… No sembrarás tu campo ni podarás tu viña».

En un sentido espiritual, esta palabra se refiere al campo de Dios, a la viña de Dios y a los obreros de Dios. Durante seis años deben trabajar en la viña de Dios predicando el arrepentimiento y arando un surco en el campo misionero. Deben podar la viña de Dios para que dé fruto, eso significa predicar la Palabra de Dios, redargüir, reprender, exhortar (2 Tm 4, 2). Este es un trabajo duro. Sin embargo, en el séptimo año el obrero de Dios debe dejar de trabajar en la viña y en el campo de Dios y debe dedicar todo su tiempo a la oración y la Palabra de Dios (Hch 6, 4).

¿Por qué? Porque si los predicadores no tienen la unión íntima con Dios, tampoco podrán llevar a sus oyentes a ella: «Si hubieran estado en mi presencia y me hubieran escuchado, habrían hecho oír mis palabras a mi pueblo, y les habrían hecho volver de su mal camino y de la maldad de sus obras» (Jr 23, 22). Si un predicador no tiene una comunión íntima con Dios (es decir, no se pone en la presencia de Dios y no lo escucha), el poder del Espíritu Santo no puede obrar a través de él. Un predicador recibe el poder de Dios precisamente en la oración.

Si un predicador se entrega a la oración también durante los seis años de su labor pastoral y le da a Dios un diezmo de tiempo, que son dos horas y media por día, su alma —su tierra— todavía necesita descansar de las actividades externas para poder dedicar su tiempo completamente a Dios.

Dt 15, 1-3: «Al cabo de cada siete años harás remisión de deudas».

Esta cita debe verse especialmente a la luz del Evangelio, es decir, en relación con el perdón de las transgresiones. Jesús dice: «Si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre que está en los cielos perdonará vuestras transgresiones» (Mt 6, 15). Perdonaréis fácilmente si os dais cuenta de vuestras propias transgresiones —pecados— contra Dios.

Dt 31, 10-13: «Al fin de cada siete años… cuando todo (el pueblo) venga a presentarse delante del Señor tu Dios… leerás esta ley (de Dios) delante de ellos… para que oigan y aprendan a temer al Señor tu Dios, y cuiden de cumplir todas las palabras de esta ley…».

Los israelitas estaban obligados a hacer lo siguiente en el séptimo año:

1) presentarse ante el Señor: dedicar tiempo a la oración;

2) escuchar la ley de Dios para conocerla;

3) estar penetrados del santo temor de Dios y cuidar de cumplir todas las palabras de la ley de Dios.

Ante el rostro del Señor, un sacerdote puede reconocer verdaderamente sus pecados, así como la raíz envenenada del mal en sí mismo, y adquiere un hábito de arrepentimiento y veracidad. Para los israelitas era importante escuchar la ley de Dios y para nosotros es importante también conocer y cumplir los mandamientos de Cristo, que se mencionan especialmente en el Evangelio según Mateo en los capítulos 5 a 7. La ignorancia de las Escrituras es ignorancia de Cristo.

El propósito del año sabático no es solo entregarse a la oración interior y Palabra de Dios. También es necesario participar en el compañerismo, la comunión fraterna —koinonía—. De este modo, todos pueden experimentar una verdadera y profunda purificación de su ego y librarse de la ceguera espiritual.

 

+ Elías

Patriarca del Patriarcado católico bizantino

+ Metodio OSBMr              + Timoteo OSBMr

obispos secretarios

 

14 de julio de 2022

 

Descargar: El PCB: Año sabático, información /1.ª parte/ (14-07-2022)

 

 

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