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El PCB: La promoción de la sodomía en el catecismo posconciliar es un suicidio moral y espiritual

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Muchos promotores LGBTQ se refieren al Catecismo, a saber, los artículos 2358-59. Hay formulaciones realmente engañosas en estos artículos del Catecismo que abren la puerta a la propagación de una infección inmoral. Deben ser borrados del Catecismo, porque promueven una falsa enseñanza, un falso evangelio que, según la Palabra de Dios, conlleva la pena de anatema, es decir, la excomunión de la Iglesia de Cristo y la maldición (Ga 1, 8- 9).

Las raíces espirituales del Catecismo

En la introducción al Catecismo, Juan Pablo II escribe: «En 1986, confié a una Comisión de doce cardenales y obispos, presidida por el cardenal Joseph Ratzinger, la tarea de preparar un proyecto del Catecismo solicitado por los padres del sínodo. Un Comité de redacción de siete obispos de diócesis, expertos en teología y en catequesis, fue encargado de realizar el trabajo junto a la Comisión».

En el mismo año de 1986, Juan Pablo II convocó a representantes de las religiones paganas en Asís y oró con ellos. Fue un gesto de apostasía que ha formado la opinión pública como si la adoración de demonios y la muerte de Cristo en la cruz fueran caminos iguales a la salvación. Este gesto eliminó de facto la misión. Además, Juan Pablo II se encargó de que el nuevo Código ya no incluyera la pena de excomunión por pertenecer a una organización masónica. Al hacerlo, recibió oficialmente a los masones en la Iglesia. Hoy ya han ocupado puestos clave en toda la Iglesia católica.

En cuanto al Catecismo y su promoción de la sodomía, el entonces cardenal Ratzinger difícilmente pudo impedir la redacción ambigua de los artículos 2358-9; sin embargo, ahora se le echa la culpa de esta promoción de la sodomía.

Las Escrituras descartan rotundamente la sodomía en muchos lugares y advierten de ella, igual que la tradición de la Iglesia. San Juan Crisóstomo dijo: «La peor de todas las pasiones es la lujuria entre los hombres… Así que yo os digo que estos son aún peores que los asesinos, y que sería mejor morir que vivir en tal deshonra. Un asesino sólo separa el alma del cuerpo, mientras que éstos destruyen el alma dentro del cuerpo… No hay nada, absolutamente nada más loco o perjudicial que esta perversidad» (In Epistulam ad Romanos).

El papa San Pío V estableció lo siguiente: Si un clérigo (diácono, sacerdote u obispo) ha cometido el delito de sodomía, será destituido y entregado a la justicia secular. Este crimen fue castigado con arreglo a la ley civil como asesinato. Y el papa añadió: «De otra manera, este vicio no será erradicado».

Cita del CICat, 2358: «Un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales instintivas».

El uso del término «instintivas» para describir las tendencias homosexuales es manipulador y tiene la finalidad de prevenir cualquier objeción a la homosexualidad. Sin embargo, ni la Palabra de Dios ni la tradición de la Iglesia ven la homosexualidad de esta manera. Lo que el Catecismo describe como tendencias homosexuales instintivas es, de hecho, según las Escrituras, un castigo por el pecado de idolatría de los antepasados, es decir, por los pecados contra el primer mandamiento del Decálogo. A la raíz de esto apunta la epístola a los Romanos: «… porque cambiaron la verdad de Dios por la mentira, y adoraron y sirvieron a la criatura en lugar del Creador. Por esta causa, Dios los entregó a pasiones vergonzosas… hombres con hombres cometen hechos vergonzosos…» (Rm 1, 27).

La Iglesia posconciliar cambió la verdad de Dios por la mentira y fomenta la adoración —el respeto— a los demonios paganos, por lo que la homosexualidad se está extendiendo en ella. Si un hombre cambia el respeto al Dios verdadero por el respeto a ídolos paganos, en realidad demonios, el castigo afecta a su descendencia hasta la tercera y cuarta generación. Así lo dice el primer mandamiento del Decálogo. Sin embargo, el Concilio Vaticano II en su declaración Nostra aetate introdujo oficialmente el respeto prohibido a los cultos paganos y sus demonios, proporcionando así un ambiente para la propagación masiva de la homosexualidad.

¿Cuáles son las formas de la idolatría actual entre los cristianos? Se trata de meditaciones yóguicas y zen, de apertura y admiración por el hinduismo, el budismo, la música decadente enraizada en el vudú satánico, de diversas formas de adivinación, p. ej. horóscopos, de diversas formas de magia, espiritismo, medicina ocultista, homeopatía, acupuntura. Durante o después del Concilio, la Iglesia no ha emitido ninguna palabra clara respecto a los pecados contra el primer mandamiento, a saber, el paganismo y el ocultismo. Por el contrario, mediante la declaración Nostra aetate promovió prioritariamente el respeto a los cultos paganos (religiones), de hecho, a sus demonios, en todas las escuelas de teología. Guardar silencio ante la invasión del paganismo y el ocultismo era y sigue siendo, en la práctica, una ley no escrita del catolicismo.

Detrás de las llamadas tendencias homosexuales instintivas se esconde una fuerza espiritual negativa que afecta a la psique. La Biblia y la tradición de la Iglesia llaman a este poder «demonio», o «espíritu inmundo». Jesús no toleraba los espíritus inmundos, sino que los expulsaba y liberaba a la gente, a diferencia de la Iglesia actual, que hace lo contrario.

El mandamiento más importante del Decálogo es el primero. Expresa una relación personal con Dios. El creyente saca fortaleza de esta relación y del verdadero respeto en la lucha contra la infección del mal, que está en su interior y en el mundo y detrás de los ataques insidiosos de los poderes demoníacos.

Cuando una persona deja de lado la verticalidad, la relación con Dios, y comienza a adorar a la criatura, visible o invisible —a saber, los ángeles caídos—, ya no tiene fuerzas para observar los principios morales de la ley de Dios en los restantes mandamientos.

La homosexualidad está entrelazada con todo un sistema del mal. Convertirse en esclavo o médium de demonios inmundos no es nada inocente. Esta maldición arrastra al individuo y a toda la sociedad por el camino de su propio autogenocidio.

Cita de CICat, 2358: «Se evitará, respecto a ellos (es decir, a los sodomitas), todo signo de discriminación injusta».

Esto significa que el Catecismo prohíbe llamar pecado al pecado abrogando de esta manera la ley de Dios. Ya no se preocupa por la salvación de las almas y la liberación de la gente esclavizada, sino que sirve a la propagación masiva de esta infección espiritual e inmoral. El espíritu detrás del homosexualismo entonces no solo discrimina, sino que subyuga cruelmente a toda la sociedad, incluida la Iglesia. Cualquiera que no se someta es tachado de homófobo y corre el peligro de ser sometido a una dura reeducación y tres años de prisión según la legislación vigente.

Cita de CICat, 2358: «(Los homosexuales) deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza».

Preguntamos: ¿A qué debemos tener respeto? ¿Al alma del hombre? Pero entonces debemos oponernos a la sodomía como prescribe la ley de Dios. ¿O se enfatiza el respeto al cuerpo? Entonces también debemos oponernos a la sodomía, porque la sodomía degrada el cuerpo humano. De lo expuesto se desprende que el concepto de respeto aquí es solo manipulativo. Respetar la sodomía es contrario a la ley de Dios, así como a la decencia y la moralidad natural: la ética.

Si una persona enferma está infectada, por ejemplo, de tifus o de peste, no exigirá de una persona sana el respeto acompañado de una falsa compasión y delicadeza, lo que sólo redundaría en la propagación del contagio. El Catecismo guarda silencio deliberadamente sobre la necesidad de un verdadero arrepentimiento y sobre la verdadera naturaleza del problema del homosexualismo, ni enfatiza la necesidad de evitar la ocasión próxima de pecado, de luchar con pensamientos, sentimientos o imágenes.

A través de la compasión, uno siempre se abre a los demás. Pero detrás de la homosexualidad hay un espíritu inmundo, y el primer paso para recibirlo es la compasión, la delicadeza y luego un pensamiento: sentimiento y deseo homosexual que culminan en un acto. De esta manera, la persona en cuestión se abre completamente a la sodomía, derriba la barrera y se convierte en homosexual. ¡Y esto es lo que fomenta el Catecismo católico! Este es un crimen gravísimo contra la ley de Dios y contra un católico fiel que respeta la autoridad de la Iglesia y, por tanto, el Catecismo católico.

La Biblia condena inequívocamente la sodomía y la llama no solo pecado, sino también abominación y depravación, advirtiendo que el castigo por ella es fuego temporal (2 P 2, 6) y eterno (Judas 1, 7). Los sodomitas no arrepentidos también se mencionan entre los que no heredarán el reino de Dios (1 Co 6, 9). La ley de Moisés establecía la pena de muerte para quienes cometieran un acto homosexual (Lv 20, 13).

Un sodomita debe dar los siguientes pasos para su liberación: aceptar la verdad sobre la sodomía y los medios eficaces para combatir el pecado. Al mismo tiempo, debe mostrar un verdadero respeto por Dios y, por lo tanto, es necesario que rompa con las raíces de la sodomía, es decir, la impiedad y la idolatría (Rm 1, 21-25), vinculadas a diversas formas de ocultismo.

Cita del CICat, 2359: «Mediante virtudes de dominio de sí mismo… y a veces mediante el apoyo de una amistad desinteresada… (los sodomitas) deben acercarse gradualmente a la perfección cristiana».

Una persona que está en la esclavitud de la sexualidad desordenada no toma en serio las teorías sobre el dominio de sí mismo o la perfección cristiana. Y exigir a un católico que cultive una amistad desinteresada con este sodomita es como arrojarle un cordero al lobo.

Una amistad verdaderamente desinteresada, en este caso, solo es posible en forma de una conversación espiritual en presencia de al menos dos testigos. Esta conversación debe instruir claramente a la persona en cuestión en las enseñanzas de la Sagrada Escritura y la tradición. La persona en cuestión seguramente se referirá al Catecismo. Y aquí vemos el monstruoso crimen del Catecismo, que no permite defender la verdad de Dios ni aceptar la liberación. Un partidario de CICat argumentará que vosotros no estáis más sabios que el santo padre Juan Pablo II, quien aprobó el Catecismo. Por tanto, los artículos 2358 y 2359 deben ser borrados, de lo contrario, el Catecismo permanecerá bajo el anatema de Dios.

«Pero la fornicación y toda impureza…, ni siquiera se mencionen entre vosotros, como corresponde a los santos» (Ef 5, 3).

La Palabra de Dios en ninguna parte determina la actitud de respeto, compasión, delicadeza o no discriminación hacia la fornicación, el adulterio o la homosexualidad, es decir, hacia la impureza, como lo hace el Catecismo.

«Porque es vergonzoso aun hablar de las cosas que ellos hacen en secreto. Pero todas las cosas se hacen visibles cuando son expuestas por la luz, pues todo lo que se hace visible es luz» (Ef 5, 12-13).  

La Palabra de Dios no fomenta la amistad desinteresada con personas que rechazan el arrepentimiento y la verdad. Esto se refiere a las personas LGBTQ. La manipulación de la compasión y la delicadeza abre la puerta a la difusión masiva de la sodomía y al mismo tiempo impide la liberación.

Las Escrituras, por otro lado, nos animan a llamar mal al mal y abominación a la abominación y así ser protegidos de la falsa compasión, la falsa delicadeza y el falso respeto. «Pero todas las cosas se hacen visibles cuando son expuestas por la luz, pues todo lo que se hace visible es luz» (Ef 5, 13). Es un pecado grave, adicción y esclavitud que mantiene cautivos a todos aquellos que se han abierto a este espíritu inmundo.

Con una sola palabra respeto, es decir, respeto al paganismo, el Concilio Vaticano II derogó el verdadero respeto a Dios y anuló de facto el primer mandamiento. Posteriormente, con una sola palabra respeto, es decir respeto a la sodomía, el Catecismo destruye la ley divina y moral. La fe dentro de la Iglesia ha sido sustituida por la incredulidad bajo el manto del modernismo y su método histórico-crítico. La declaración Nostra aetate ha hecho que la gente sea receptiva a la idolatría pagana. Esto ha allanado el camino para la difusión masiva de la sodomía. El espíritu de absurdo respeto a la sodomía se ha puesto de manifiesto también en el Catecismo posconciliar. Hoy, en lugar del respeto a Dios y Sus mandamientos, tenemos aquí Sodoma y Gomorra otra vez. El pseudopapa Francisco lo completa todo con el Sínodo sobre la sinodalidad. Está cavando una tumba para la Iglesia católica. Este es el resultado del Concilio Vaticano II y del Catecismo posconciliar de Juan Pablo II.

Los artículos 2358-59 han traído la maldición de Dios sobre el Catecismo por predicar un evangelio diferente, un evangelio falso (v. Ga 1, 8-9). Este antievangelio infecta incluso a los católicos sinceros y hace caer la maldición sobre ellos. ¡Por lo tanto, estos artículos que promueven la sodomía deben ser retirados del Catecismo!

 

+ Elías

Patriarca del Patriarcado católico bizantino

+ Metodio OSBMr              + Timoteo OSBMr

obispos secretarios

 

10 de diciembre de 2022

 

Descargar: El PCB: La promoción de la sodomía en el catecismo posconciliar es un suicidio moral y espiritual (10-12-2022)

 

 

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